Mientras se va cerrando la etapa de mi vida que ha sido la base de casi todo lo que soy hoy, no puedo evitar sentir un sentimiento de gratitud y a la vez tristeza por lo que estoy dejando atrás.
Aunque es cierto que el tiempo no es más que un invento de los seres humanos; un marcador, una línea divisoria, un límite que muchas veces nos encasilla y estigmatiza — “estás muy lento en esto, muy rápido en aquello” — También es cierto que a pesar de que solo es un concepto, nos mueve emocionalmente, y con las emociones no podemos racionalizar.
¿Cómo me siento a una semana de cumplir 30 años?
La respuesta corta y honesta: ¡muy emocionada!
La respuesta que siento en mi pecho cuando me encuentro cara a cara con esta pregunta, tiene matices:
Siento como si hubiera pasado mucho más de 10 años desde que entré a los veinte — he vivido muchas vidas y han muerto unas cuantas versiones de mí, que probablemente recordaré con mucho amor— pero también siento que la próxima década, andará con pasos más agitados y que en un abrir y cerrar de ojos estaré saliendo de ella, como en pocos días saldré de esta. Porque el tiempo (aunque solo sea un concepto) no corre igual cuando somos inmaduros, cuando nuestros problemas son superficiales y aún así tenemos el coraje de gritarlos al mundo — va despacio, dejándote creer que te queda lo suficiente como para nunca envejecer… nos creemos infinitos, y eso también es parte de crecer. Sin embargo, llega un momento en el que todo empieza a ir rápido y sientes que ese tiempo se te escapa.
Justo en mi cumpleaños 25, al inicio del día no paraba de pensar ‘‘Faltan solo cinco años para cumplir treinta’’ — Una y otra vez, una y otra vez. Pensar eso, solo me hacía sentir pánico, pero a medida que pasaba la fiesta (la mejor que he tenido hasta ahora) tuve una revelación: La verdad es que me siento feliz ahora, con esta edad. Mejor que nunca antes.
Tras esa sensación de epifanía, en aquella fiesta donde me sentía tan plena… no solo se disipó el miedo por alcanzar una edad que aún no estaba tan cerca, también empecé a internalizar la creencia de que las cosas suelen mejorar con el tiempo, y desde entonces, llegar a los treinta se volvió una meta a la cual quería llegar sin prejuicios y con los brazos abiertos, aunque en ese momento de mi vida, no sabía las grandes batallas internas que me esperaban por librar, ni que con el paso del tiempo empezaría a extrañar las versiones de mí que ya no estarían en mí. No imaginaba que llegarían años de mucho dolor y crecimiento.
A pesar de todo eso, ahora que esa meta se asoma, puedo reconocer todo lo que he recorrido en estos largos, difíciles, maravillosos últimos diez años, y sentirme orgullosa. La idea que se plantó aquella vez, siguió intacta — las cosas sí mejoran con el tiempo — y a esa idea, se agregaron nuevos aprendizajes: mejorar no significa fácil y difícil no significa malo. Lo importante es lo que no vemos, y mientras siga cumpliendo años de vida, espero seguir creando mi propia felicidad por dentro.
¡Gracias por estar y por leer! Espero que esta carta sea un abrazo para ti si también has sentido miedo por envejecer — te veo en la parte 2 pronto!
Nicole <3
feliz cumpleaños a ti, Nicole 🎈